jueves, 30 de septiembre de 2021

“Fracaso estratégico”

 

Como fracaso estratégico se resume la debacle en Afganistán, dicho por el mismo Jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos; lo cual nos permite evaluar varios asuntos de carácter político estratégico, principiando por el reconocimiento de la responsabilidad ante dicho acontecimiento, una muestra de liderazgo muy relevante porque reconoce el papel de los militares y sus generales en los niveles operacional y táctico, quienes cumplieron con sus tareas dentro de la esfera de las llamadas relaciones cívico-militares.

 

Para los que no están familiarizados con este concepto, se refiere a la subordinación de los militares al poder político; algo que para los centroamericanos quedo muy claro en el Tratado Marco de Seguridad Democrática (1,995), el concepto parte de las discusiones en torno a la independencia estratégica de la cual gozaba el General MacArthur y que derivó no solo en el resultado de la guerra de Corea sino de la necesidad de que los civiles tuvieran mayor injerencia dentro del teatro de operaciones.

 

Al respecto de las relaciones cívico-militares, el concepto es mas antiguo, lo decía en su momento el Primer Ministro de Francia Georges Clemenceau “La guerra es un asunto demasiado serio para dejarla en manos de los militares”; cobrando relevancia a partir de la guerra de Corea, ampliándose en la guerra de Vietnam y marcando la diferencia durante la crisis de los misiles en 1,962, de allí en adelante se desarrollo un importante esfuerzo por hacer compatible la experiencia, con el que hacer militar.

 

La reflexión es la siguiente; los militares con muy pocas excepciones, han demostrado su adaptación al principio de subordinación al poder civil, el caso de los militares norteamericanos es una de ellos; siguiendo la formula operacional de fines, formas y medios han demostrado estar preparados para cumplir con las tareas asignadas por los civiles; no obstante, sus generales mediante apreciaciones y recomendaciones han insistido continuamente en las consecuencias de sus decisiones.

 

Finalmente valdría la pena evaluar el concepto de las relaciones cívico-militares, con el propósito, no de revertir su naturaleza o de alterar el orden establecido, pero si de explorar las opciones que permitan una mayor valoración de los criterios estratégicos de sus militares que desde el campo, pueden hacer la diferencia; es tiempo de evaluar si la soberbia no es la culpable en el proceso de toma decisiones estratégico.

 

 

 

Fernando Alvarez

Magister en Seguridad Nacional.